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¿QUÉ NECESITA MI HIJO DE MÍ?

PRESENCIA Y ACOMPAÑAMIENTO


Al ser padres la vida nos ofrece la oportunidad de crecer y desarrollarnos también como mejores seres humanos. Nosotros elegimos si tomamos los retos de este tránsito, como una oportunidad de desarrollo o como una obligación de sufrimiento.

En cada etapa de crecimiento los hijos van necesitando diferentes maneras de ser acompañados en su proceso.


Sin embargo, hay un hilo conductor y es la necesidad de que los padres estemos en bienestar con nosotros mismos; de tal manera que lo que transmitamos a nuestros hijos se encuentre en armonía con el bienestar y la alegría de vivir y crecer juntos.


En el acompañamiento la presencia amorosa y congruente en escucha generosa y direccionamiento respetuoso, facilita a los hijos sentir que son importantes para sus padres y que pueden confiar, ya que aun cuando se les muestra lo que deben mejorar, son aceptados en lo que son.

El reconocimiento

Los hijos necesitan ser reconocidos en justa medida por lo que hacen bien y por sus logros.

La gratitud expresada al niño cuando aporta en acciones a su alcance al bienestar de la familia (tareas del hogar), fortalece su aspecto colaborativo.


Las felicitaciones y abrazos impregnados de la genuina alegría y orgullo de sus padres ante los logros académicos, los llena de energía y ánimo para seguir avanzando.

Los premios materiales desvalorizan sus logros.


Ante las metas alcanzadas, las celebraciones familiares de manera sencilla donde el núcleo familiar participa, fortalecen los valores familiares, la satisfacción y orgullo de pertenencia al sistema familiar, constituyéndose en poderosos recursos protectores de arraigo y fortaleza.

El direccionamiento.

El ser humano se desarrolla, fortalece y avanza a partir de los aprendizajes de sus equivocaciones. De tal forma que, como padres, es algo con lo que nos vamos a encontrar una y otra vez con nuestros hijos y con nosotros mismos. Solo es necesario estar dispuestos a utilizarlas como oportunidad de aprendiza sacándoles el mayor provecho posible.


De tu congruencia contigo mismo y con tus actos depende la credibilidad y confianza de tu hijo en tus enseñanzas.


Claridad, firmeza y respeto, son los aspectos que necesitan estar presentes en los momentos difíciles al direccionar a los hijos. Evitando la recriminación repetitiva (o cantaleta), los insultos, palabras que le desvaloricen, golpes, o llenarlo de culpa y desprecio.


Del estado emocional en que se encuentre el padre en estos momentos, depende el éxito del proceso. Por lo tanto, ayuda de manera importante que por un instante tomes conciencia de tu estado emocional ante la situación; si estas desde un sentimiento de frustración los resultados no serán los que esperas.


Toma un instante para calmar tus emociones, utiliza la respiración a tu favor, recuerda que tu hijo se equivoca no porque sea “malo” si no porque está aprendiendo como vivir en los diferentes contextos de su realidad; busca la intención positiva o lo que quieres lograr y ya en más calma como el adulto que eres, encuentra la manera de hacerlo respondiéndote la siguiente pregunta: ¿si yo fuera mi hijo, como me gustaría que lo hicieran conmigo?


Recuerda: Escucharlo, ayudarlo a reflexionar sobre la situación y en ese reflexionar que él pueda identificar las causas y las consecuencias. Claramente expresarle lo que se espera de él, lo que no está permitido en la familia, preguntarle por lo que siente, y establecer compromisos.


Fortaleciendo el vínculo.

Cada hijo necesita sentir la presencia amorosa, tranquila y agradable de cada uno de sus padres en espacios individuales y personalizados. Así como la familia requiere compartir y disfrutar de estar juntos, los hijos de manera individual necesitan estos espacios desde donde pueda ir tomando lo que le corresponde de cada uno. Salir de casa, en un plan sencillo y agradable, construido previamente en consenso con el niño; que se constituyan en rituales realizados periódicamente por lo menos uno cada mes, donde él tenga toda la atención y presencia, haciendo lo que le resulta de interés, hablando de aquellos temas que para él son de su agrado y nivel. Sin que la tecnología se interponga entre los dos.

Evitar hablar de algún tema que genere desánimo.

En medio del disfrute de un helado, reconocer verbalmente al niño una de las cualidades que le hacen un ser maravilloso. También puede ser una oportunidad para que el padre pregunte al niño si él siente que lo amas. Encontraras en su respuesta una enorme gratitud que llenara tu corazón de alegría.


Son experiencias que además de fortalecer el vínculo integra en el niño recursos de valoración y amor por sí mismo y en el padre o madre sentimiento de satisfacción, gratitud e infinita alegría.

Leonor basto H. Ps


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